martes, 5 de junio de 2012

Nube de polvo

Derrumbarse, venirse abajo y perder el control de tu alma. Perder todo el control sobre tus sentimientos y tus acciones. No entender qué es lo que sientes, ni poder saber con total seguridad qué es lo que de verdad quieres o lo que en realidad no quieres.

Todo se vuelve una nube de humo donde se mezclan sentimientos, deseos, miedos, ambiciones, recuerdos y, lo peor de todo, la dura realidad. 

Empiezas a perder la visión nítida que tenías antes de las cosas. Las ideas claras que siempre habías tenido, esas que habían estado siempre fijas en tu cabeza: las pierdes también.

Y no sabes que hacer. Pasan las horas y los días y sigues igual. Lo dejas pasar. Te subes al barco y dejas que te lleve la marea porque no sabes como pararlo - tampoco sabes sí lo quieres parar. 

Pero llega un momento en el que dices basta. Y, durante unos breves minutos, vuelves a verlo todo como antes y piensas y te alegras de que todo haya vuelta a 'la normalidad'. Entonces es cuando te das cuenta de que has cambiado. Sí, de que ya no eres la misma. La situación y todo lo que traía arrastrando desde hace ya tiempo te ha transformado en alguien distinto. Alguien que, a partir de ahora, llevará una coraza para evitar volver a caer en la misma trampa. Para protegerse, tal vez, de los recuerdos que la invaden y que juegan con sus sentimientos.